Si luchas contra la preocupación o si el estrés te tiene cautivo, estás caminando por un sendero conocido. De vez en cuando, esto vuelve a emerger y me atrae con su oscuro corredor. Ahora hago sólidas prácticas diarias que me ayudan a no rendirme ante la ansiedad.
La primera vez que luché contra una profunda ansiedad fue durante una etapa desafiante cuando viví en un país extranjero años atrás. De repente sentía que lentamente estaba descendiendo a un valle oscuro.
A medida que pasaban los meses, sufrí de dolores en el pecho, de cabeza y otras enfermedades que canalizaban mi miedo y preocupación. Nunca antes había experimentado algo así y jamás había luchado verdaderamente contra la preocupación. Para ser honesta, me enorgullecía por ser valiente y temeraria. Pero pronto comencé a habitar en "lo peor que podría pasar". Estaba convencida de que había algo seriamente mal conmigo o de que algo horrible me pasaría o a mi familia.
La gente preguntará si mi ansiedad era circunstancial, psicológica o espiritual. Ya contemplé estas cosas y estoy convencida de que la respuesta es "sí". Creo que muchas veces existen varios factores que contribuyen a nuestra ansiedad. El estrés suele hacer que incluso las personas con un alto de grado de tolerancia hiervan y se vuelvan susceptibles a su fuerza. Además, al igual que con otras limitaciones o enfermedades físicas, los químicos de nuestros cuerpos a veces sufren desequilibrios. Aparte de eso, nuestros enemigos espirituales parecen ser muy oportunistas cuando se trata de ataques y eligen golpearnos en las áreas más débiles, en los momentos más bajos de nuestras vidas.
No pretendo brindar una fórmula efectiva cuya aplicación garantice una vida sin preocupaciones. Pero sí creo que los principios contenidos en la palabra de Dios te darán la victoria como me la dio a mi.
Aún actualmente me ayudan y reconfortan día a día, ya que que todavía me tienta ceder ante las resbalosa cuesta del miedo y la ansiedad. Oro para que te ayuden también.
“Aunque pase por caminos oscuros y tenebrosos, no tendré miedo, porque tú estás a mi lado; tu vara y tu bastón me reconfortan.”
Salmos 23:4
Pastores Rubén Y Elizabeth.